Valencia es la tercera ciudad española, siempre dispuesta a quitar protagonismo a la rivalidad entre Madrid y Barcelona. Sin embargo, su tamaño más contenido, hace que sea una ciudad llena de posibilidades y a la vez relativamente compacta, algo que agradece el visitante. A pesar de esta razón, su casco histórico es uno de los más grandes de España, reflejo de una ciudad que tiene muchas cosas que contar, no en vano, la extensa herencia monumental y una importante vida cultural, además de lo benigno del clima, hacen de esta una ciudad abarrotada de turistas.
Pese a ser ciertamente un puerto mediterráneo, se dice que la ciudad ha vivido mucho tiempo de espaldas al mar, pues el epicentro y actividad principal está más bien alejada de este, algo parecido a lo que sucedía con Barcelona. No fue hasta 1990 cuando la Playa de la Malva Rosa comenzó a tener un paseo marítimo. Sin embargo, la ciudad no parece temer a los cambios. Allá por 1969 se ejecutó el plan Sur, que por fin parece dio solución a uno de los problemas históricos más acuciantes, el desbordamiento recurrente del Turia, creándose un gran parque a lo largo de su antiguo curso. Es en esta zona donde se ubica la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que contribuyó a la creación de la Valencia más moderna.
En el poco tiempo que tuve, pude sin embargo apreciar gran parte de la esencia histórica de la ciudad, en un breve pero intenso recorrido por la Ciutat Vella. Pasear por las calles es un continuo estímulo para los sentidos, con fachadas de color animadas por la luz del atardecer, vistosos edificios, como la Lonja de la Seda, patrimonio cultural de la UNESCO, o el vistoso y animado Mercat Central. Muy curiosa resulta la proliferación de pintorescas tiendas, muchas veces gremiales, con carteles y regusto de otra época, que se resisten al paso del tiempo. La historia se remonta aun más atrás, y en algunas zonas pueden verse vestigios de un pasado medieval, como las Torres de Quart, parte de la antigua muralla de la ciudad.
Quizás la zona más bulliciosa nos la encontremos en los alrededores de la Plaza del Ayuntamiento y cerca de la estación. Aquí destacan algunos edificios más modernos pero con cierta solera, como el mismo edificio del Ayuntamiento o el de Correos, que presencian en primera fila cada año la mascletá, sonoro espectáculo pirotécnico que tanto gusta en Valencia y que ya se celebra días antes de las fallas. Pronto queda claro que encontrar algún sitio para comer no va a ser un problema, pues abundan los bares y restaurantes de todo tipo en la zona peatonal cercana a la estación, que también proliferan en las zonas aledañas como Rusaffa. Los naranjos y la luz de un día soleado parecen actuar como reclamo, aportando notas de color que inundan las calles que se van llenando de zumo cuando las naranjas sucumben a su destino y se estrellan irremediablemente contra el suelo.
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