Transparencias
Una vez liberada de la cárcel los problemas no habían terminado. La invisibilidad se había convertido en un problema. El efecto era aparentemente aleatorio, no duraba mucho y podía ser parcial o completo, pero durante esos momentos estar en público era un problema. Por eso durante muchos días se limitó a ir de casa al trabajo solo a través del garaje. En el trabajo ya se estaban ocupando de la situación, pues estaba en uno de los laboratorios de tecnología más avanzados del mundo y estaban tratando de entender qué le estaba pasando y cómo funcionaba el efecto. Poco a poco empezó a aceptar su cuerpo, que se miraba al espejo con curiosidad, ya no como antes, solo para comprobar cualquier atisbo de grasa visible. Se trataba de ver lo invisible. Cambiando de perspectiva, empezó a pensar que si ese efecto era controlable, podía suponer una tremenda ventaja y pronto descubrió que efectivamente era posible, aunque no fácil. Así que empezó a ensayar frente al espejo, acumulando horas y horas, centrándose en algunas partes del cuerpo al principio para hacerlas invisibles, para ir ampliando el efecto a medida que ganaba destreza. ¡Parecía posible!