Nube Roja II
A ella le gustaba pasar largas horas en ese rincón del bosque, su lugar de meditación. Allí pensaba en sus deseos, perseguía sus sueños y calmaba sus tribulaciones. No había mejor lugar que ese pequeño paraíso, un paraíso amenazado por la llegada de los hombres blancos, y que ella siempre disfrutaba como si fuera el último día. Al mismo tiempo, sonreía al recordar a los numerosos pretendientes con los que coqueteaba, en su posición privilegiada de hija del jefe de la tribu. Era muy presumida y aprovechaba para peinarse y ponerse bella, sabiendo que para muchos era un objeto de deseo inalcanzable. Se sentía segura de sí misma porque de alguna manera había ganado el derecho a elegir, pues tiempo atrás confrontó a su padre por los matrimonios de conveniencia con seres insoportables...