Lavado de Cara
Así finalmente se obró el milagro. No se sabe que era más difícil, si sobrevivir a la caída o al ácido, o que el podrido corazón de Joker acabara sucumbiendo a ese estúpido acto de amor. El caso es que el acto conmocionó a Joker que instintivamente corrió a salvarla de una muerte segura. No sólo eso, gracias a sus influencias, o más bien sus amenazas, pudo conseguir cuidados médicos en la clandestinidad. Los efectos en el cuerpo no fueron tan devastadores y algunos fueron arreglados con cirugía, pero la piel se tornó sobre todo más blanqueada, lo que le daba un maquillaje permanente de aspecto blanco y algo mortecino. Si el cuerpo no había sufrido tanto como se esperaba, no se puede decir lo mismo de la mente, pues los interruptores mentales definitivamente se fundieron primero en sí mismos y luego con los de Joker, que había pasado a ser un amor obsesivo. Le seguía a todas partes, muchas veces para su hastío, y pronto empezó a acompañarle en muchas de sus correrías criminales, templando algo de la violencia de Joker, para añadirle sus propios ingredientes. Sólo faltaba una cosa y era una imagen de marca, una apariencia, una que fuera original, fácilmente identificable, acorde con la recién estrenada locura y que hiciera buena pareja con Joker. En un arranque de genio pensó en el Arlequín de la Comedia del Arte, un personaje fácilmente identificable, acróbata y saltarín, y de personalidad camaleónica: astuto, necio, intrigante, indolente, brutal, cruel e ingenuo todo a la vez, como aquello en lo que se había convertido. Además tenía un cierto parecido con su nombre: Harleen Quinzel, Arlequín.... era perfecto, podría llamarse Harley Quinn!