La Carcel del Psiquiátrico
La pregunta "¿qué hace una mujer cómo tú en un sitio como este?" resultaba pertinente en el caso de nuestra doctora. Cualquiera diría que había que estar casi tan loca como los residentes para acabar en un sitio como este de manera voluntaria. Y es que la Doctora Quinzel, ahora recuerdo bien su nombre, estaba obsesionada con meterse en la mente de los más perversos y dementes criminales, para lo cual, condición sine qua non era estar cerca de ellos. Además de un cierto talento, la Doctora Quinzel juntaba otro tipo de cualidades. Tenía un físico portentoso que salta a la vista. No en vano, había conseguido una beca para estudiar psiquiatría gracias a sus habilidades gimnásticas. Dicho físico, unido a una belleza más que evidente, lo utilizaba en su favor en diversas situaciones, ya que si no le faltaban cualidades, sí que no le sobraban escrúpulos. Si no había dudado en utilizar sus atractivas cualidades para ganar el favor de los profesores cuando estudiaba, ahora no dudaba en utilizarlas para intentar atisbar y abrir la mente de los criminales, mientras cerraba la puerta a miradas indiscretas y daba una imagen atractiva, pero impecable, al resto del personal. Entrando ya en sus quehaceres diarios, había empezado a revisar el perfil de un criminal desconocido para ella, un caso verdaderamente único que pronto iba a acaparar gran parte de su atención...